viernes, 19 de octubre de 2012

Confirmado, Salchicha está trayendo dólares en los Buquebus y los vende adentro del vestuario a $4,50. Sigue titular. Hay que arrancarle la uña del dedo gordo con una tenaza.






Pero que apasionante es el TC200. Me desborda tanto caudal de emociones. El rugir de los motores de esos autitos dando vueltas insistentemente por el mismo lugar es orgásmico. BRUUUM! BRUM! Un escalofrío recorre por todo mi cuerpo. Que manga de marcianos hijos de un vagón repleto de prostitutas extranjeras sin obra social los que siguen a esos suicidas al volante. No puedo entender como un tipo puede sacar dinero de su bolsillo para pagar una entrada y poder sentarse en una tribuna para mirar esa locura. Les juro que intenté verlo por TV y a la tercer vuelta tuve que cambiar de canal porque era insoportable. Siempre lo mismo! Además no se entiende quien va primero y quien está mas atrás que las bolas del chancho, es un despelote la transmisión. Y en esa infructuosa búsqueda de emociones que llevé a cabo el último fin de semana, también apareció en mi camino el seleccionado nacional. Estoy pensando seriamente para el próximo mundial 2014 en irme del país y no mirar un solo partido de esas mierdas con casacas celestes y blancas. Si en una de sus escapadas a Lionel Messi se le estallan al unísono los dos tendones  de aquiles y para no romperse los dientes contra el césped tiene que mermar su corrida caminando con los codos sangrantes apoyándolos sobre la gramilla, mi vida se verá tan pero tan poco afectada. Que diferencia abismal, una sola pelota que se le escurre entre los dedos a Limia significa un desequilibrio total en mis relaciones sociales, profundas crisis con mi pareja, fuertes temblores en mi situación laboral e inexplicable quiebre financiero a causa del cual me paso toda la última semana del mes comiendo arroz con atún. Quizás por eso no me disgustó tanto esta breve ausencia de fútbol. Ya agota la infernal seguidilla donde todos los equipos del país sacan número para rajarnos bien el ojete. La pelota ingresando a nuestro arco, el arquero desparramado en el suelo con las patas abiertas, el Pelado inclinando la cabeza hacia el cielo y cerrando los ojos, el árbitro corriendo con su dedo índice señalando el círculo central, los rivales levantando los bracitos, tu teléfono vibrando y ese mensaje de texto que lo confirma todo “Somos una verga”. Todos los fines de semana lo mismo. Ya ni me acuerdo lo que es ganar un partido. No estuvo tan mal un descanso de ese martirio.



Pero ahora prepárense porque estamos en la víspera de un quiebre milagroso. Anoche me terminé una botella de “Los Hermanos Haroldos” y en el fondo vislumbré una imagen borrosa. Lo vi clarito, estábamos todos nosotros en una larga mesa que sacaron afuera los mozos de La Capri Napole una calurosísima tarde del mes de diciembre. Éramos tan felices. Risotadas, alaridos desubicados, ruido a vasos que chocaban en el aire, el estallido de un cuete lanzado aisladamente en una barriada indicaba que la navidad era inminente, PRROOOOOUUUOUOUOOP! un maleducado relaja los músculos de su pelvis y da rienda suelta a unos gases estomacales, JUAJUAJUA! mas risotadas. En un instante me quedo solo, afuera de todas las charlas, me detengo en un bigotudo que animadamente sostenía un debate en una de las cabeceras “Se acuerdan de aquel parate en octubre porque jugaba la selección? Bueno… a partir de ahí nació el Nuevo Unión. Yo no se que mierda les dijo el Nery a los jugadores, pero volvieron transformados”. Interviene el carnicero del Kilbel de Urquiza y Santiago que pasaba en bicicleta luego de finalizada su jornada laboral y que no dudó en zambullirse a la efusiva mesa adornada con guirnaldas rojas y blancas: “Te juro por mi Vieja que yo siempre dije que no podía ser que ese Pordiosero anduviese tan mal, si en todos lados hizo goles! Cuando me enteré que bajó 4 kilos, yo fui el único en Santa Fe que estaba convencido de que una pantera salvaje se adueñaba de la camiseta 9 de Unión. La tijereta en cancha de River no me la olvido jamás. Ahora los alemanes van a tener que poner toda la platita si se lo quieren llevar”. Se pone de pie un chupado que tambalea y amaga con lanzar un vómito sobre los budines que hacía minutos había dejado el mozo para el brindis: “Que el gordo sapo bola de grasa no se vuelva a confiar como hizo con Kudelka porque sino vamos a volver al infierno. En enero hay que traer…. un arrrrrquerrrgrgrgrgrrro... un número yincooooooo…..” pum! se desmaya boca abajo ocupando media acera de calle San Lorenzo, los playeros de la YPF se agarran la cabeza. Un remisero esquiva al chupado y se detiene en el semáforo, nos mira y nos grita “Lo del pibe Cavallaro en cancha de Vélez fue sensacional… Desparpajo! Desparpajo!” Tomo coraje y decido hacer uso de la palabra: “Y el Tarrito? que me dicen del Tarrito? Puede ser una poronga, lo reconozco… pero el Tarrito no es un jugador de fútbol, el Tarrito es otra cosa. Al Tarrito hay que sentirlo en tus venas”. Pla plapla pla pla! arranco aplausos de un 90 por ciento de los comensales. “Empatarles el clásico sobre la hora fue la catapulta, yo no pude ver el gol… escuché el alarido y al levantar la cabeza lo veo al Nery invadiendo el campo de juego con el culo al aire”. “Pero callate croto, si faltaban 3 fechas nomás. El click lo hicimos en el Chateau con el Salchichazo al ángulo”. “Que me decís croto si vos en septiembre pedías la cabeza del Gordo Sapo, volvé al nicho gil de goma!” pim pum pam pim! nuevamente se arma la de trompadas entre todos. Esquivo un mocasinazo y elijo refugiarme debajo de la mesa. Me encuentro cara a cara con el mozo quien arrodillado en el suelo con el repasador al hombro intentaba juntar las platinas de los ingredientes desparramadas por el suelo. El tipo me mira. Lo miro. Agarra una platina que tenía pegado un bodoque formado por colillas de cigarrillo y una escupida y me dice con los ojos llenos de lágrimas “Un milagro”.


                                                                                                              Qvuelvanlosvisitantes.

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