viernes, 23 de noviembre de 2012

Sphan dejá de traer baratijas de China y paganos una caja de Merthiolate para curarnos las heridas de los balazos de gomas que a la salida descargaron sobre nuestras pantorrillas. Y habilitanos un poco de agua oxigenada también rinoceronte ingrato.



Una locura lo que vivimos el último domingo, hacía tiempo que no la pasaba tan bien. Absténganse de leer esta columna los idiotas que derraman ríos de tinta intentando explicar la violencia en el fútbol. ¿Ustedes se creen que al estúpido que llenó un espacio en “El Litoral” haciendo un jueguito con la palabra “…encias”, le interesa el hecho de que sigan muriendo personas adentro de una cancha? Hipócritas. Ese periódico ya ni siquiera sirve para limpiarse el culo, antes con ese incómodo formato que venía en los años 80 (similar al que hoy en día conserva “La Nación”), uno podía intentar con varios plegados ganar una textura lo suficientemente consistente como para que la raya que separa mis dos glúteos, reciba una digna zanjeada higienizante. Pero ahora ni siquiera eso, el tamaño tabloide no alcanza y se desgarra en las puertas de miles de ojetes santafesinos que le buscan una utilidad a ese histórico medio de comunicación que transita los años mas penosos de su historia de la mano de Enrique Cruz a quien hace rato no ofrezco mis pelotas para un humedo succionamiento.

Llegamos a la puerta del club y nos recibió un gordo apostado en un carribar quien liquidaba generosos fernets a 15 pesos. La marca de la bebida era un misterio pero cumplía su tarea a la perfección. A minutos de haber llegado, un amigo que no sucumbe fácilmente ante el alcohol, me confesó al oído que estaba totalmente alicoreado. A la media hora ya practicábamos semidesnudos algunas danzas autóctonas, los mas experimentados arriesgaron pronósticos y coincidían en que el fernet que recorría nuestras venas era marca “Ricardo Porta”. El gordo del Carribar nos miraba con una mueca socarrona en su rostro. En el momento que su asistente encargada de las hamburguesas nos mostraba un ave fénix que tenía tatuada en la parte alta de su espalda para explicarnos que se la había hecho en honor a su hijo llamado Tiziano, se oyó un grito de guerra que daba aviso a la partida inminente de los colectivos hacia el Soretal. Y a continuación viví sin dudas uno de los minutos mas excitantes de mi vida. Imagínense a mil doscientas personas tratando de subirse a 22 colectivos de línea urbana. El resultado del cociente nos arroja una cifra escalofriante. Y allá partió toda la familia de Unión a poner el pecho, sospechando lo que iba a poder pasar. Rememoro el momento y no puedo evitar emocionarme. Un Flaquito con la camiseta de Perafán gritaba “Vamo loco, vamo igual nosotros, todos juntos”. “Vamos igual” dijo El Flaquito y me hizo acordar a la salida de aquella interminable excursión a Jujuy cuando pasábamos recién por Angel Gallardo con 11 horas de viaje aún por delante y desde adentro de un Falcón nos gritaron emotivamente y al borde del llanto “Vamos Tate querido aunque no se pueda!!”. Corrí hacia el último ómnibus de la caravana y me paré firme en la puerta pidiéndole por favor a los dos monos que estaban con medio cuerpo afuera que me hagan un lugar.  Agaché la cabeza y me metí con los ojos cerrados ingresando a una quinta dimensión. La cara del chofer era de espanto, besando una foto de sus hijas conducía con los ojos cerrados y rezaba un padre nuestro. 
 Como último vagón de cola de una gigante oruga roja y blanca que se bamboleaba de un lado a otro, salimos de Cándido Pujato con una velocidad de 50 nudos para empalmar por una conmovedora Avenida Juan Domingo Abel Perón con los vecinos en las veredas despidiéndonos como si fuésemos a recuperar Las Malvinas. Adentro del colectivo faltaba el aire y los amortiguadores chillaban ante el incesante salto de todos los pasajeros exaltados por un mismo sentimiento. Un obeso paró de brincar y sacó de adentro de una mochila una botella sin abrir de Vittone a temperatura ambiente. Una ovación invadió la parte media del vehículo y los cantos se comenzaron a mezclar… “llega el domingo busco los trapo PUTO! elperiodismoylapolicía QUEEEEEGAAAAANAAAAARRR! que La Bomba es un carnavaaaaaal!! en vez de ver humanos yo vi pescaaaadoooos! Buscando oxígeno voy hacia la parte trasera del micro y me encuentro con un travesti tocando una guitarra criolla. A mi derecha veo sentadas a unas minas que eran lo mas parecido que vi en mi vida a Sofía Zamolo y Paula Chavez. Nunca voy a entender como ese tipo de yeguones se animan a jugarse la vida formando parte de una caravana donde la gente va dispuesta a todo.  “NUNCA SOLO! NUNCA SOLO! NUNCA SOLO! gritaba al borde la demencia el obeso sosteniendo con una de sus manos el Vittone cuyo nivel de líquido ya había bajado sorprendentemente. La rubia puso cara de asco y sacó de una riñonera una pipeta de Pantene Pro V para aplicárselas en las puntas que se les estaban resecando. Un patrullero se nos pega a la par y nos apuntan con sus armas amenazantes, el travesti se pone muy nervioso ante la mínima posibilidad de que nos hagan bajar del micro para someternos a un dermotest. 


Estábamos todos en un estado de catarsis, yo cerré los ojos para tratar de retener el momento en algún lugar de mi corazón y no olvidármelo nunca mas. La maravillosa sensación de ser hincha de Unión de Santa Fe, no se compara con nada. Revisá un poquito raza puta lo que están haciendo con tu club porque quedé asombrado de la frialdad que baja de tu tribuna. Quizás sea esa platea entera que te pusieron a un costado y que conspira contra tu tibio fervor. Recuerdo que antes no dejaban de ser soretes pero al menos eran un poco mas buyangueros, eran soretes con olor. Ahora son unos soretes lánguidos, no gritan, miran el partido sentados, llovizna y se tapan la cabeza con una almohadita, capaz que estaban muy nerviosos… que se yo. Tratá de pensar un poquito, no seas tan bruto. Date cuenta que ese chiste de los fantasmitas no tiene sentido, la B para nosotros no es ningún fantasma, se lo podés hacer a River, San Lorenzo o Independiente. Pero nosotros coqueteamos con la B todo el tiempo. A la B le tocamos el culo y le manoseamos las tetas. Bajamos y subimos porque nos sobran huevos. El día que te toque vivir un nuevo descenso te juro que vas a desaparecer, y vas a batir tu propio récord de 15 años. Y yo me voy a enterar adentro de un colectivo viajando con boleto de ida en otra caravana llena de bebidas raras, tarantelas descontroladas, banderas rojas y blancas y sacando medio cuerpo por la escotilla para abrir los brazos y agradecerle a la vida por haber nacido hincha de mi querido Unión de Santa Fe.

                                                                                                       Qvuelvanlosvisitantes.

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